De Corazón a corazón: 1Re 18,20-39 ("Si el Señor es Dios, seguidle"); Mt 5,17-19 ("No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento")
Contemplación, vivencia, misión: La gran sorpresa de los santos fue la de encontrarse con culturas maravillosas que, con su belleza y poesía, ya eran vehículo y preparación para recibir a Jesús. Pero, a veces, se quiere un Jesús según las propias preferencias "idolátricas". A Jesús, la Palabra personal del Padre, pronunciada en el amor del Espíritu Santo, se le recibe tal como es, dejándose sorprender por su misterio de amor, que es siempre infinita belleza, verdad y bondad. De otro modo, no sería Dios, sino una caricatura. El sermón de la montaña lleva a su madurez, purificándolas, a todas las "semillas del Verbo".
En el día a día con la Madre de Jesús: Mirar el mundo con los ojos de Jesús, equivale a contemplar la belleza del sol, de las estrellas, de las flores y de los pájaros (y, sobre todo, la bondad de cada hermano) como mensajeros de Dios Amor. De todo se puede hacer un "Magníficat" de alabanza y agradecimiento.
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