De Corazón a corazón: 2Pe 3,12-15.17-18 ("Esperamos nuevos cielos y nueva tierra"); Mc 12,13-17 ("Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios")
Contemplación, vivencia, misión: La vida es un camino de discernimiento y de sorpresas. No es posible que se marchiten y disipen tantas cosas bellas (como las flores, las auroras y los atardeceres), ni que pasen sin dejar huella tantas cosas buenas (como la sonrisa inocente de los niños). Nosotros mismos "gemimos" con la creación, "esperando la adopción de hijos y la redención" (cfr. Rom 8,23). La vida se renueva y permanece para siempre, si está injertada en Cristo. Entonces las "semillas del Verbo" (como dice San Justino), que se encuentran en todos los pueblos, pueden llegar a madurar en Cristo y permanecer eternamente con él.
En el día a día con la Madre de Jesús: La "mujer vestida de sol" es "la gran señal" (Apo 12,1), como expresión y fruto de Jesús Redentor. Una vida gastada por amor a Dios y a los hermanos, es la única que construye la historia, en marcha hacia "un cielo nuevo y una tierra nueva" (Apo 21,1) donde reinará la justicia y el amor. Todo lo demás se va a chamuscar sin dejar rastro.
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