De Corazón a corazón: Ex 24,3-8 ("Esta es la sangre de la Alianza"); Heb 9,11-15 ("Penetró en el santuario una vez para siempre… con su propia sangre"); Mc 14,12-16.22-26 ("Tomad, esto es mi cuerpo… Esta es mi sangre")
Contemplación, vivencia, misión: La "sangre" es la vida donada en sacrificio. La primera Alianza se selló con sangre y, por esto, pedía una actitud de "sí" al proyecto de Dios (cfr. Ex 24). Jesús ha sellado la nueva o definitiva Alianza con su misma sangre, su vida hecha donación de amor, bajo la acción del Espíritu Santo (cfr. Heb 9). La Eucaristía "actualiza" (hace realidad -memoria) todo lo que ha hecho y dicho Jesús, desde la Encarnación hasta la Pascua, también el gesto de darnos a su Madre. Es el "Cordero" que derrama su sangre por nosotros. Si la Eucaristía no fuera el centro de la vida de la Iglesia, la fuente y la cima de la evangelización, el punto de referencia imprescindible de toda vocación, entonces no se habría captada la esencia del cristianismo.
En el día a día con la Madre de Jesús: La Eucaristía "tiene el sabor de la Virgen Madre" (Juan Pablo II, año 2000). Es "el pan de la Virgen". "Ella es la que nos lo guisó, y por ser ella la guisandera se le pega más sabor al manjar" (S. Juan de Ávila, Sermón 41).
Ver Domingo décimo Tiempo Ordinario (10 junio) en Año Litúrgico.
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