De Corazón a corazón: Hech 17,15.22-18,1 (Pablo anuncia al "Dios desconocido" revelado por Jesús resucitado); Jn 6,12-15 ("El Espíritu de la verdad os guiará a la verdad plena… recibirá de lo mío y os lo anunciará")
Contemplación, vivencia, misión: Predicar a Cristo Resucitado tiene sus riesgos. En el Areópago de Atenas, algunos se mofaron de Pablo. Pero sólo Jesús es el Hijo que ha visto al Padre y que nos lo puede dar a conocer. La búsqueda y el deseo de Dios (o de la trascendencia) está en todos los corazones y en todas las culturas; a veces es búsqueda dolorosa y entre nubarrones. La novedad que aporta Jesús es que Dios viene en busca del hombre; en el misterio de su Hijo, muerto y resucitado, se ha desvelado todo el misterio del hombre y de su historia. Discutir sobre la existencia de Dios sería inútil si el corazón no estuviera abierto a los hermanos. El apóstol, gracias al Espíritu Santo, es expresión o gloria de Jesús, que "ungido por el Espíritu Santo, pasó haciendo el bien" (Hech 10,38).
*En el día a día con la Madre de Jesús: El Espíritu Santo, que formó a Jesús en el seno de María, es quien guía a la verdad plena, que es el mismo Jesús como epifanía personal del Padre. Cuando se medita el evangelio con el corazón abierto como María (cfr. Lc 2,19.41), Jesús entra como en su propia casa.
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