EVANGELIO DEL DÍA: 09/04/2011
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Sábado de la IV Semana de Cuaresma
Libro de Jeremías 11,18-20.
El Señor de los ejércitos me lo ha hecho saber y yo lo sé. Entonces tú me has hecho ver sus acciones.
Y yo era como un manso cordero, llevado al matadero, sin saber que ellos urdían contra mí sus maquinaciones: "¡Destruyamos el árbol mientras tiene savia, arranquémoslo de la tierra de los vivientes, y que nadie se acuerde más de su nombre!".
Señor de los ejércitos, que juzgas con justicia, que sondeas las entrañas y los corazones, ¡que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he confiado mi causa!
Salmo 7,2-3.9-10.11-12.
Señor, Dios mío, en ti me refugio: sálvame de todos los que me persiguen;
líbrame, para que nadie pueda atraparme como un león, que destroza sin remedio.
El Señor es el Juez de las naciones: júzgame, Señor, conforme a mi justicia y de acuerdo con mi integridad.
¡Que se acabe la maldad de los impíos! Tú que sondeas las mentes y los corazones, tú que eres un Dios justo, apoya al inocente.
Mi escudo es el Dios Altísimo, que salva a los rectos de corazón.
Dios es un Juez justo y puede irritarse en cualquier momento.
Evangelio según San Juan 7,40-53.
Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: "Este es verdaderamente el Profeta".
Otros decían: "Este es el Mesías". Pero otros preguntaban: "¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea?
¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?".
Y por causa de él, se produjo una división entre la gente.
Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.
Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: "¿Por qué no lo trajeron?".
Ellos respondieron: "Nadie habló jamás como este hombre".
Los fariseos respondieron: "¿También ustedes se dejaron engañar?
¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él?
En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita".
Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo:
"¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?".
Le respondieron: "¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta".
Y cada uno regresó a su casa.
El Señor de los ejércitos me lo ha hecho saber y yo lo sé. Entonces tú me has hecho ver sus acciones.
Y yo era como un manso cordero, llevado al matadero, sin saber que ellos urdían contra mí sus maquinaciones: "¡Destruyamos el árbol mientras tiene savia, arranquémoslo de la tierra de los vivientes, y que nadie se acuerde más de su nombre!".
Señor de los ejércitos, que juzgas con justicia, que sondeas las entrañas y los corazones, ¡que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he confiado mi causa!
Salmo 7,2-3.9-10.11-12.
Señor, Dios mío, en ti me refugio: sálvame de todos los que me persiguen;
líbrame, para que nadie pueda atraparme como un león, que destroza sin remedio.
El Señor es el Juez de las naciones: júzgame, Señor, conforme a mi justicia y de acuerdo con mi integridad.
¡Que se acabe la maldad de los impíos! Tú que sondeas las mentes y los corazones, tú que eres un Dios justo, apoya al inocente.
Mi escudo es el Dios Altísimo, que salva a los rectos de corazón.
Dios es un Juez justo y puede irritarse en cualquier momento.
Evangelio según San Juan 7,40-53.
Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: "Este es verdaderamente el Profeta".
Otros decían: "Este es el Mesías". Pero otros preguntaban: "¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea?
¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?".
Y por causa de él, se produjo una división entre la gente.
Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.
Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: "¿Por qué no lo trajeron?".
Ellos respondieron: "Nadie habló jamás como este hombre".
Los fariseos respondieron: "¿También ustedes se dejaron engañar?
¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él?
En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita".
Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo:
"¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?".
Le respondieron: "¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta".
Y cada uno regresó a su casa.
Juan Pablo II
Encíclica « Dives in misericordia », 7
« Este es el Mesías »
El mensaje mesiánico de Cristo y su actividad entre los hombres terminan con la cruz y la resurrección. Debemos penetrar hasta lo hondo en este acontecimiento final que, de modo especial en el lenguaje conciliar, es definido mysterium paschale, si queremos expresar profundamente la verdad de la misericordia, tal como ha sido hondamente revelada en la historia de nuestra salvación. En este punto de nuestras consideraciones, tendremos que acercarnos más aún al contenido de la Encíclica Redemptor Hominis. En efecto, si la realidad de la redención, en su dimensión humana desvela la grandeza inaudita del hombre, que mereció tener tan gran Redentor, al mismo tiempo yo diría que la dimensión divina de la redención nos permite, en el momento más empírico e « histórico », desvelar la profundidad de aquel amor que no se echa atrás ante el extraordinario sacrificio del Hijo, para colmar la fidelidad del Creador y Padre respecto a los hombres creados a su imagen y ya desde el « principio » elegidos, en este Hijo, para la gracia y la gloria.
Los acontecimientos del Viernes Santo y, aun antes, la oración en Getsemaní, introducen en todo el curso de la revelación del amor y de la misericordia, en la misión mesiánica de Cristo, un cambio fundamental. El que « pasó haciendo el bien y sanando », « curando toda clase de dolencias y enfermedades » Él mismo parece merecer ahora la más grande misericordia y apelarse a la misericordia cuando es arrestado, ultrajado, condenado, flagelado, coronado de espinas; cuando es clavado en la cruz y expira entre terribles tormentos. Es entonces cuando merece de modo particular la misericordia de los hombres, a quienes ha hecho el bien, y no la recibe. Incluso aquellos que están más cercanos a Él, no saben protegerlo y arrancarlo de las manos de los opresores. En esta etapa final de la función mesiánica se cumplen en Cristo las palabras pronunciadas por los profetas, sobre todo Isaías, acerca del Siervo de Yahvé: « por sus llagas hemos sido curados »
« A quien no conoció el pecado, Dios le hizo pecado por nosotros »,escribía san Pablo, resumiendo en pocas palabras toda la profundidad del misterio de la cruz y a la vez la dimensión divina de la realidad de la redención. Justamente esta redención es la revelación última y definitiva de la santidad de Dios, que es la plenitud absoluta de la perfección: plenitud de la justicia y del amor, ya que la justicia se funda sobre el amor, mana de él y tiende hacia él.
Los acontecimientos del Viernes Santo y, aun antes, la oración en Getsemaní, introducen en todo el curso de la revelación del amor y de la misericordia, en la misión mesiánica de Cristo, un cambio fundamental. El que « pasó haciendo el bien y sanando », « curando toda clase de dolencias y enfermedades » Él mismo parece merecer ahora la más grande misericordia y apelarse a la misericordia cuando es arrestado, ultrajado, condenado, flagelado, coronado de espinas; cuando es clavado en la cruz y expira entre terribles tormentos. Es entonces cuando merece de modo particular la misericordia de los hombres, a quienes ha hecho el bien, y no la recibe. Incluso aquellos que están más cercanos a Él, no saben protegerlo y arrancarlo de las manos de los opresores. En esta etapa final de la función mesiánica se cumplen en Cristo las palabras pronunciadas por los profetas, sobre todo Isaías, acerca del Siervo de Yahvé: « por sus llagas hemos sido curados »
« A quien no conoció el pecado, Dios le hizo pecado por nosotros »,escribía san Pablo, resumiendo en pocas palabras toda la profundidad del misterio de la cruz y a la vez la dimensión divina de la realidad de la redención. Justamente esta redención es la revelación última y definitiva de la santidad de Dios, que es la plenitud absoluta de la perfección: plenitud de la justicia y del amor, ya que la justicia se funda sobre el amor, mana de él y tiende hacia él.
Santa Casilda de Toledo
Virgen († c. 1107) Su propio nombre -casida en árabe significa cantar- es como un verso con alas de canción. En el cerro que domina el valle, en el santuario actual, descansan desde el 1750 las reliquias de Santa Casilda, -"la virgen mora que vino de Toledo", muy venerada en Burgos-, en la urna, obra de Diego de Siloé, rematada por su propia imagen yacente.
El lugar ha sido centro de peregrinación durante siglos y no deja de frecuentarlo la piedad de nuestros contemporáneos. En torno a santa Casilda todo lo que encontramos es incierto, confuso y contradictorio. Pero su figura tiene el encanto de la sencillez y el sabor de lo heroico en el amor. Cautivó al pueblo cristiano medieval y le animó a la fidelidad. La princesita mora tiene un natural abundante en clemencia y ternura. Rodeada de todo tipo de comodidades y atenciones en la fastuosidad de la corte, no soporta la aflicción de los desafortunados que están en las mazmorras. Siente una especial piedad con los cautivos pobres y los intenta consolar llevándoles viandas en el hondón de su falda.
Un día, cuando realizaba esta labor misericordiosa, fue sorprendida por su padre que le preguntó por lo que transportaba, contestando ella que "rosas" y ¡rosas aparecieron al extender la falda! Quizá fueron los mismos cautivos cristianos quienes, viendo lo recto de su conducta, le hablaron de Cristo; posiblemente correspondieron a sus múltiples delicadezas y dádivas de la mejor manera que podían, instruyéndola en la fe cristiana. Pero, aunque en su corazón era ya de Cristo, ¿cómo podría recibir ella el Bautismo con los lazos tan fuertes del Islam que la rodeaban? Comienza una grave dolencia. El flujo de sangre aumenta y la ciencia médica de palacio es incapaz de curarla.
El Cielo le revela que encontrará remedio en las aguas milagrosas de San Vicente, allá por la Castilla cristiana. Almamún prepara el viaje de su hija con comitiva real. En Burgos recibe Casilda el Bautismo y marcha luego a los lagos de San Vicente, junto al Buezo, cerca de Briviesca. Recuperada la salud según se le dijo, decide consagrar a Cristo la virginidad de su cuerpo milagrosamente curado y resuelve pasar el resto de sus días en la soledad, dedicada a la oración y a la penitencia. Murió de muy avanzada edad, siendo sepultada en la misma ermita que ella mandó construir. Pronto se convirtió en lugar de peregrinación.
Cuentan que los caminantes sintieron desde entonces su especial protección y las mujeres la invocan contra el flujo de sangre. Resta aprender la lección del ejemplo. El amor a Cristo hace posible el trueque del regalo propio de la corte morisca por la aspereza de una vida austera y penitente.
Oremos
Tú, Señor, que te complaces en habitar en los limpios y sinceros de corazón, por intercesión de Santa Casilda de Toledo, virgen, concédenos vivir de tal manera que merezcamos tenerte siempre entre nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Calendario de Fiestas Marianas: Nuestra Señora de la Clemencia o la Misericordia de Absam, cerca de Innsbruck, Austria (1797)
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