EVANGELIO DEL DÍA

lunes, 11 de abril de 2011

<< Cuando se haya elevado el Hijo del hombre, entonces comprenderéis que Yo Soy>>

EVANGELIO DEL DÍA: 12/04/2011
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Martes de la V Semana de Cuaresma

Libro de los Números 21,4-9. 
Los israelitas partieron del monte Hor por el camino del Mar Rojo, para bordear el territorio de Edóm. Pero en el camino, el pueblo perdió la paciencia
y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!".
Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas.
El pueblo acudió a Moisés y le dijo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes". Moisés intercedió por el pueblo,
y el Señor le dijo: "Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado".
Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado.

Salmo 102(101),2-3.16-18.19-21. 
Señor, escucha mi oración y llegue a ti mi clamor;
no me ocultes tu rostro en el momento del peligro; inclina hacia mí tu oído, respóndeme pronto, cuando te invoco.
Las naciones temerán tu Nombre, Señor, y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso en medio de ella;

cuando acepte la oración del desvalido y no desprecie su plegaria.
Quede esto escrito para el tiempo futuro y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos y librar a los condenados a muerte. Los hijos de tus servidores tendrán una morada y su descendencia estará segura ante ti,


Evangelio según San Juan 8,21-30. 
Jesús les dijo también: "Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir".
Los judíos se preguntaban: "¿Pensará matarse para decir: 'Adonde yo voy, ustedes no pueden ir'?".
Jesús continuó: "Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo.
Por eso les he dicho: 'Ustedes morirán en sus pecados'. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados".
Los judíos le preguntaron: "¿Quién eres tú?". Jesús les respondió: "Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo.
De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es veraz, y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo".
Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre.
Después les dijo: "Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó.
El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada".
Mientras hablaba así, muchos creyeron en él. 


Leer el comentario del Evangelio por 
San Juan Crisóstomo (v. 345-407), Padre de Antioquía después Obispo de Constantinopla,  doctor de la Iglesia
Catequesis Bautismal, n° 3, 16 s
<< Cuando se haya elevado el Hijo del hombre, entonces comprenderéis que Yo Soy>>
     ¿Quieres saber el valor de la sangre de Cristo?  Remontémonos a las figuras que profetizaron y recorramos las antiguas Escrituras. Inmolad ¬¬–dice Moisés¬- un cordero de un año; tomad su sangre y rociad las dos jambas y el dintel de la casa.  «¿Qué dices Moisés?  La sangre de un cordero irracional, ¿puede salvar a los hombre dotados de razón?»  «Sin duda –responde Moisés-:  no porque se trate de sangre, sino porque en esta sangre se contiene una profecía de la sangre del Señor.»
Si hoy, pues, el enemigo, en lugar de ver las puertas rociadas con sangre simbólica, ve brillar en los labios de los fieles, puertas de los templos de Cristo, la sangre del verdadero Cordero, huirá todavía más lejos.
     ¿Deseas descubrir aún por otro medio el valor de esta sangre?  Mira de dónde brotó y cuál sea su fuente.  Empezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el costado del Señor.  Pues muerto ya el Señor, dice el Evangelio. Uno de los soldados se acercó con la lanza y le traspasó el costado, y al punto salió agua y sangre:  agua, como símbolo del bautismo; sangre, como figura de la eucaristía.  El soldado le traspasó el costado, abrió una brecha en el muro del templo santo, y yo encuentro el tesoro escondido y me alegro con la riqueza hallada.  Esto fue lo que ocurrió con el cordero:  los judíos sacrificaron el cordero, y yo recibo el fruto del sacrificio.
     Del costado salió sangre y agua.  No quiero, amado oyente, que pases con indiferencia ante tan gran misterio, pues me falta explicarte aún otra interpretación mística.  He dicho que esta agua y esta sangre eran símbolos del bautismo y de la eucaristía.  Pues bien, con estos dos sacramentos se edifica la Iglesia:  con el agua de la regeneración y con la renovación del Espíritu Santo, es decir, con el bautismo y la eucaristía, que han brotado ambos del costado.  Del costado de Jesús se formó, pues, la Iglesia, como del costado de Adán fue formada Eva.
     Por esta misma razón, afirma San Pablo:  Somos miembros de su cuerpo, formado de sus huesos, aludiendo con ello al costado de Cristo.  Pues del mismo modo que Dios hizo a la mujer del costado de Adán, de igual manera Jesucristo nos dio el agua y la sangre salida de su costado, para edificar la Iglesia.  Y de la misma manera que entonces Dios tomó la costilla de Adán, mientras éste dormía, así también nos dio el agua y la sangre después que Cristo hubo muerto.
     Mirad de qué manera Cristo se ha unido a su esposa, considerad con qué alimento la nutre.  Con un mismo alimento hemos nacido y nos alimentamos.  De la misma manera que la mujer se siente impulsada por su misma naturaleza a alimentar con su propia sangre, y con su leche a aquel a quien ha dado a luz, así también Cristo alimenta siempre con su sangre a aquellos a quienes Él mismo ha hecho renacer.

                    

martes 12 Abril 2011

San Zenón de Verona



El murió hacia el año 380. Se le conocía  solamente gracias a los cien sermones que se le atribuyen.

Fue obispo de Verona, cerca de Venecia en  el 362. Lo primero que aparece de su figura ,está  en Juliano el Apóstata (361-363).  Es el caso de  un clérigo pagano restablecido en su cargo durante el imperio,  pero al que se le prohibió que hiciera proselitismo entre  los cristianos.

Otro dato es el que proviene de Teodosia. Fue  ella quien proclamó el cristianismo como religión del Estado.
El obispo  Zenón vivía al modo, al estilo propio que llevaban los  apóstoles.

Se le suele representar en el arte e iconografía como  el santo que lleva un pez para recordarnos que, si  no quieres estar a cargo de nadie, debes ir a  pescar al río o al mar para comer lo necesario.

Buena  idea  y magnífica lección la que nos deja su  simbología que, como siempre, trasciende la mirada hacia delante y  nunca hacia atrás.





A los presbíteros en esa comunidad, yo, prebístero como ellos testigos de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a descubrirse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios vuestro cargo, gobernándolo, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere, no por sórdida ganancia, sino con generosidad, no como dominadores sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuándo aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.  1 Pe 5, 1-4

Señor, tú que por la predicación de San Zenón de Verona obispo llamaste a nuestros padres a la luz admirable del Evangelio, te pedimos que, por su intercesión, nosotros crezcamos también en tu gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Que vive y reina contigo.



Calendario de  Fiestas Marianas: Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, Cuba.


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