EVANGELIO DEL DÍA

jueves, 30 de diciembre de 2010

«Hablaba del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén»

EVANGELIO DEL DÍA: 30/12/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Día VI dentro de la Octava de Navidad


Epístola I de San Juan 2,12-17.
Hijos, les escribo porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Jesús.
Padres, les escribo porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les escribo porque ustedes han vencido al Maligno.
Hijos, les he escrito porque ustedes conocen al Padre. Padres, les he escrito porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les he escrito porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y ustedes han vencido al Maligno.
No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne, la codicia de los ojos y la ostentación de la riqueza.- Todo esto no viene del Padre, sino del mundo.
Pero el mundo pasa, y con él, sus deseos. En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente.

Salmo 96(95),7-8.9.10.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos, aclamen la gloria y el poder del Señor;
aclamen la gloria del nombre del Señor. Entren en sus atrios trayendo una ofrenda,
adoren al Señor al manifestarse su santidad: ¡que toda la tierra tiemble ante él!
Digan entre las naciones: "¡El Señor reina! El mundo está firme y no vacilará. El Señor juzgará a los pueblos con rectitud".

Evangelio según San Lucas 2,36-40.
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él. 
Lc 2,36-40
Leer el comentario del Evangelio por 
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
2ª homilía sobre el Cantar de los Cantares, §8
«Hablaba del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén»
     Oh tronco de Jesé, tú que eres una señal para todos los pueblos «cuántos reyes y profetas han deseado verte y no te han visto». ¡Dichoso el que en su vejez ha sido colmado con el don divino de verte! Tembló en deseos de ver la señal; «la vio y se regocijó». Habiendo recibido el beso de paz, dejó este mundo con la paz en el corazón, pero no sin antes haber proclamado que Jesús había nacido para ser una señal de contradicción. Y se cumplió así: justo acabado de nacer, fue contradicha la señal de paz –pero por aquellos que tienen el odio por paz. Porque él es «la paz para los hombres que ama el Señor», pero para los malintencionados es «piedra de tropiezo». El mismo Herodes «se turbó y toda Jerusalén con él». El Señor vino a él «pero los suyos no le recibieron». ¡Dichosos los pobres pastores que, velando de noche, han sido dignos de ver la señal!

     Ya en aquel tiempo, se escondía a los pretendidos sabios y prudentes, pero se revelaba a los humildes. El ángel dijo a los pastores: «He aquí una señal para vosotros». Es para vosotros, los humildes y obedientes, para vosotros que no alardeáis de orgullosa ciencia sino que veláis «día y noche meditando la ley del Señor». ¡Ésta es vuestra señal! La que prometían los ángeles, la que reclamaban los pueblos, la que habían predicho los profetas... ahora Dios la ha cumplido y os la muestra...

     Ésta es vuestra señal, pero ¿señal de qué? De perdón, de gracia, de paz, de una «paz que no tendrá fin». «Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Pero Dios está en él reconciliando al mundo consigo.... Es el beso de Dios, el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, viviendo y reinando por los siglos.

(Referencias bíblicas: Is 11,10; Lc 10,24; Lc 2,30; Jn 8,56; Lc 2,14; Lc 2,34; Jn 1,11; Mt 11,25; Lc 2,12; Sl 1,2; Is 9,6; 1Tm 2,5)


jueves 30 Diciembre 2010

Traslado del cuerpo de Santiago Apóstol



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En la predicación del Evangelio por todo el mundo, tocóle á Santiago el Mayor venir á España, donde predicó la doctrina del divino Maestro, y regresó con siete discípulos á Jerusalén, donde sufrió martirio y murió el año 42. Sus discípulos recogieron sus restos, y en una nave providencial arribaron al puerto de Iria Flavia, hoy día el Padrón, en Galicia, y se dirigieron á Compostela, donde depositaron, en un sepulcro construido al efecto, los restos del apóstol Santiago, con un ara y una columna de piedra traídas de Jerusalén.
Las guerras y revoluciones que sufrió España después hicieron desaparecer la memoria de este sepulcro, hasta que se descubrió milagrosamente en tiempo de Alfonso II el Casto, rey de Asturias, viendo por algunas noches estrellas resplandecientes, que les sirvieron de guía para la invención del cuerpo de nuestro Santo Patrón. Luego se construyó, un gran templo, tan famoso que en todos los siglos se ve visitado por piadosas peregrinaciones.

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