EVANGELIO DEL DÍA: 18/11/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Jueves de la XXXIII Semana del Tiempo Ordinario
Apocalipsis 5,1-10.
Después vi en la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos.
Y vi a un Angel poderoso que proclamaba en alta voz: "¿Quién es digno de abrir el libro y de romper sus sellos?".
Pero nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de ella, era capaz de abrir el libro ni de leerlo.
Y yo me puse a llorar porque nadie era digno de abrir el libro ni de leerlo.
Pero uno de los Ancianos me dijo: "No llores: ha triunfado el León de la tribu de Judá, el Retoño de David, y él abrirá el libro y sus siete sellos".
Entonces vi un Cordero que parecía haber sido inmolado: estaba de pie entre el trono y los cuatro Seres Vivientes, en medio de los veinticuatro Ancianos. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados a toda la tierra.
El Cordero vino y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono.
Cuando tomó el libro, los cuatro Seres Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa, y copas de oro llenas de perfume, que son las oraciones de los Santos,
y cantaban un canto nuevo, diciendo: "Tú eres digno de tomar el libro y de romper los sellos, porque has sido inmolado, y por medio de tu Sangre, has rescatado para Dios a hombres de todas las familias, lenguas, pueblos y naciones.
Tú has hecho de ellos un Reino sacerdotal para nuestro Dios, y ellos reinarán sobre la tierra".
Salmo 149(148),1-2.3-4.5-6.9.
¡Aleluya! Canten al Señor un canto nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que Israel se alegre por su Creador y los hijos de Sión se regocijen por su Rey.
Celebran su Nombre con danzas, cántenle con el tambor y la cítara,
porque el Señor tiene predilección por su pueblo y corona con el triunfo a los humildes.
Que los fieles se alegren por su gloria y canten jubilosos en sus fiestas.
Glorifiquen a Dios con sus gargantas y empuñen la espada de dos filos:
Así se les aplicará la sentencia dictada: esta es la victoria de todos tus fieles. ¡Aleluya!
Evangelio según San Lucas 19,41-44.
Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella,
diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes.
Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".
Después vi en la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos.
Y vi a un Angel poderoso que proclamaba en alta voz: "¿Quién es digno de abrir el libro y de romper sus sellos?".
Pero nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de ella, era capaz de abrir el libro ni de leerlo.
Y yo me puse a llorar porque nadie era digno de abrir el libro ni de leerlo.
Pero uno de los Ancianos me dijo: "No llores: ha triunfado el León de la tribu de Judá, el Retoño de David, y él abrirá el libro y sus siete sellos".
Entonces vi un Cordero que parecía haber sido inmolado: estaba de pie entre el trono y los cuatro Seres Vivientes, en medio de los veinticuatro Ancianos. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados a toda la tierra.
El Cordero vino y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono.
Cuando tomó el libro, los cuatro Seres Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa, y copas de oro llenas de perfume, que son las oraciones de los Santos,
y cantaban un canto nuevo, diciendo: "Tú eres digno de tomar el libro y de romper los sellos, porque has sido inmolado, y por medio de tu Sangre, has rescatado para Dios a hombres de todas las familias, lenguas, pueblos y naciones.
Tú has hecho de ellos un Reino sacerdotal para nuestro Dios, y ellos reinarán sobre la tierra".
Salmo 149(148),1-2.3-4.5-6.9.
¡Aleluya! Canten al Señor un canto nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que Israel se alegre por su Creador y los hijos de Sión se regocijen por su Rey.
Celebran su Nombre con danzas, cántenle con el tambor y la cítara,
porque el Señor tiene predilección por su pueblo y corona con el triunfo a los humildes.
Que los fieles se alegren por su gloria y canten jubilosos en sus fiestas.
Glorifiquen a Dios con sus gargantas y empuñen la espada de dos filos:
Así se les aplicará la sentencia dictada: esta es la victoria de todos tus fieles. ¡Aleluya!
Evangelio según San Lucas 19,41-44.
Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella,
diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes.
Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".
Lc 19,41-44
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Sermones sobre los salmos, sl 121, §3,12
«¡Si al menos tú, Jerusalén, comprendieras en este día lo que te conduce a la paz!»
«¡Qué alegría cuando me dijeron: 'Vamos a la casa del Señor'. Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén!» (Sl 121, 1-2). ¿De qué Jerusalén habla? En la tierra hay una ciudad con este nombre, pero no es más que la sombra de la otra Jerusalén. ¿Qué dicha tan grande hay en estar en la Jerusalén de aquí abajo de la que se habla con tanto amor y tanto fervor siendo así que no ha podido mantenerse firme y ha sido arruinada?... No es de la Jerusalén de aquí debajo de la cual habla el apóstol Pablo con tanto amor, tanto fervor, tanto deseo de llegar a la Jerusalén «nuestra madre» cuando dice que es «eterna en los cielos» (Ga 4,26; 2C 5,1)...
«Oh Jerusalén, que haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios» (Sl 121,7). Es decir, que tu paz se encuentre en tu amor, porque el amor es la fuerza. Escuchad lo que dice el Cantar de los Cantares: «El amor es fuerte como la muerte» (8,6)... Efectivamente, el amor destruye lo que hemos sido, para permitirnos, por una especie de muerte, llegar a ser lo que no éramos... Es esta muerte la que actuaba en aquel que decía: «El mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo» (Ga 6,14). Es de esta misma muerte de la que habla el mismo apóstol cuando dice: «Habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios» (Col 3,3). Sí, «el amor es fuerte como la muerte». Si el amor es fuerte, es poderoso, tiene mucha fuerza, es la fuerza misma... Que tu paz esté, pues, en tu fuerza, Jerusalén; que tu paz esté en tu amor.
«Oh Jerusalén, que haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios» (Sl 121,7). Es decir, que tu paz se encuentre en tu amor, porque el amor es la fuerza. Escuchad lo que dice el Cantar de los Cantares: «El amor es fuerte como la muerte» (8,6)... Efectivamente, el amor destruye lo que hemos sido, para permitirnos, por una especie de muerte, llegar a ser lo que no éramos... Es esta muerte la que actuaba en aquel que decía: «El mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo» (Ga 6,14). Es de esta misma muerte de la que habla el mismo apóstol cuando dice: «Habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios» (Col 3,3). Sí, «el amor es fuerte como la muerte». Si el amor es fuerte, es poderoso, tiene mucha fuerza, es la fuerza misma... Que tu paz esté, pues, en tu fuerza, Jerusalén; que tu paz esté en tu amor.
Siete Hermanas Mártires
Las siete hermanas mártires
Sor Gabriela; Sor Teresa María; Sor Josefa María; Sor Ángela; Sor Inés; Sor Engracia; Sor Cecilia (Monjas de la Visitación de Santa María [fundación Salesas])
La siete oyeron un día la «llamada» a la Visitación y dijeron que Sí a Cristo y día a día en el silencio del claustro fueron viviendo su entrega. Ocultas a los ojos de los hombres, pero llevando en su corazón las preocupaciones y sufrimientos de todos ellos en constante oración y sacrificio, fueron gastando su existencia en bien de la Iglesia.
«Desde aquí se puede ser misionera aprovechando todos los instantes de una vida de inmolación y sacrificio.» « Todo por su amor, su gloria, las almas» Este es el motivo de su entrega. « Junto a Dios todo se transforma, todo cambia de aspecto... ¡vivir en estrecha unión con Jesús nuestro Dios, nuestro todo! ¡Que dicha, qué felicidad tan grande! ¡Pobrecitos los que aún no saben que existe! Pero todo lo que tengamos... lo daremos para ellos...»
(extracto de sus escritos) Verano de 1936. Está a punto de estallar la guerra. Alarmas, inquietudes... El riesgo es grande porque intentan incendiar el Monasterio de la Visitación de Santa María. Cómo vírgenes prudentes sale de él refugiándose en un bajo semi-sótano que se convierte en una pequeña catacumba donde suben incesantemente al Señor sus ardientes súplicas y constante oración.
El hecho de vivir varias mujeres juntas y oyéndolas rezar, infunde sospechas de su estado religioso que origina la persecución... Algunos de sus familiares les suplican que vayan con ellos. El portero de la finca se ofrece a ponerlas a salvo una a una ... pero no aceptan. « Queremos seguir reunidas, dispuestas a sufrir todo lo que el Señor permita, felices y contentas de dar nuestra vida por Él « Su fe viva les hace ver la voluntad de Dios en el simple consejo de su Superiora que le había insinuado que, mientras fuera posible no se separan:
Ø fe heroica en estas circunstancias
Ø fiel ante la prueba
Ø inconmovible a la vida del martirio.
«Hemos prometido ante Jesús las siete juntas, no separarnos» Fraternidad exquisita exenta de todo egoísmo, no queriendo dejar a las otras para salvarse cada una a sí misma, y tampoco comprometer a los demás. Amor a su vocación al no aceptar estas ofertas, continuando en la observancia de su vida religiosa con mayor sacrificio... Con paz, serenidad y alegría. Disposición de ánimo tan notoria en todas que admiró a cuantos las visitaron.« El hará de nosotras lo que más convenga» Abandonadas a El permanecen tranquilas.
El Padre Vargas Zúñiga S.J. que tuvo contacto con cada una de ellas se expresa así: « Fui testigo presencial de la santa vida que llevaban estas religiosas en Manuel G. Longoria, 4. La confesé las dos últimas veces y pude admirar la fineza de sus almas y la serenidad de sus ánimos.» Dado su fervor anhelan el martirio y hasta lo esperan con júbilo y deseo de la salvación de las almas: «¡Jesús mío, cuanto antes! « ¡Si por nuestra sangre se salvara España!» Acostumbradas a ver a Dios en las personas y acontecimientos exclaman ante el peligro inminente: « El Señor nos anuncia el martirio «... No miran a las criaturas; se sienten llamadas por Dios a la suprema entrega del amor: dar la vida. « Estamos esperando que de un momento a otro vengan a buscarnos en nombre de Dios.» Una noche de oración templa sus almas.
Están preparadas; sus lámparas bien encendidas con el óleo de la fe y el fuego de la caridad. Pronto darán la mayor prueba de ella. Ansían este momento y crece el deseo a medida que se acerca, dando gracias a Dios al ver llegada la hora. Al dirigirse al camión que las conduce al martirio, las siete, con gran entereza y serenidad proclaman valientemente su fe haciendo la señal de la cruz ante el alboroto de cuantos presencian su marcha.
Apenas llegadas a un descampado, acribilladas a balazos rubrican con su sangre el último y generoso Sí de su entrega. Hna. M.a Cecilia al sentir que se desploma Hna. M.a Gabriela a la que va tomada de la mano, instintivamente huye aterrorizada, pero bien pronto se entregará diciendo:
« Soy religiosa « En la checa lo repetirá a amigos y enemigos... Anima a sus compañeras de prisión a sufrir por Dios, edificándolas por su paciencia y unión a la voluntad divina.
Cinco días después, 23 noviembre seguirá las huellas de sus Hermanas dando la vida por Cristo. ¿ Cuántas almas habrán sentido el influjo de esta entrega?
Oración
A la Virgen le pide la H. Teresa M.a:
« Dame un alma de apóstol puedes si quieres Tú, que de los Apóstoles la Reina eres. Haz tú, que mi humilde Vida escondida Me inmole por las almas Con alegría. Que con los ojos fijos En mi Jesús, Por su gloria y sus almas Viva en la cruz. Que oculta, silenciosa Y anonadada, Cual la hostia que recibo Cada mañana, Tan solo Jesús sepa Que cada día Me inmolo por las almas Con alegría».
¡ Corazón amorosísimo de Jesús! Que quisiste elegir en tu amada Visitación siete Hermanas dichosísimas que derramaran su sangre y dieran por ti su vida. Dígnate glorificar a tus siervas escuchando nuestros ruegos y concediéndonos la gracia que te pedimos por su intercesión, si es para tu mayor gloria y bien de nuestras almas. Amén Se rezará tres veces el Gloria Patri en honor de la Stma. Trinidad. ¡Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío!
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