EVANGELIO DEL DÍA

lunes, 18 de octubre de 2010

«Tened encendidas las lámparas»

EVANGELIO DEL DÍA: 19/10/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Martes de la XXIX Semana del Tiempo Ordinario


Carta de San Pablo a los Efesios 2,12-22.
Entonces ustedes no tenían a Cristo y estaban excluidos de la comunidad de Israel, ajenos a las alianzas de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Pero ahora, en Cristo Jesús, ustedes, los que antes estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo.
Porque Cristo es nuestra paz; él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba,
y aboliendo en su propia carne la Ley con sus mandamientos y prescripciones. Así creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz,
y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona.
Y él vino a proclamar la Buena Noticia de la paz, paz para ustedes, que estaban lejos, paz también para aquellos que estaban cerca.
Porque por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu.
Por lo tanto, ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.
Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo.
En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor.
En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.

Salmo 85(84),9-10.11-12.13-14.
Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz, la paz para su pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de corazón.
Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra.
El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo.
El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos.
La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos.

Evangelio según San Lucas 12,35-38.
Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas.
Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así! 
Lc 12,35-38
Leer el comentario del Evangelio por 
San Maximiliano Kolbe (1894-1941), franciscano, mártir
Conferencia del 13/2/1941
«Tened encendidas las lámparas»
     ¿Qué es lo que hay que hacer para vencer la debilidad del alma? Para ellos hay dos medios: la oración y el desprendimiento de sí. El Señor Jesús nos recomienda velar. Es preciso velar si queremos que nuestro corazón sea puro, pero hay que hacerlo en paz para que nuestro corazón quede afectado. Porque puede estar afectado por cosas buenas o por cosas malas, interior o exteriormente. Así pues, es preciso velar.

     De ordinario la inspiración de Dios es una gracia discreta: no debemos rechazarla...; si nuestro corazón no está atento, la gracia se retira. La inspiración divina es muy precisa; igual que el escritor dirige su pluma, así la gracia de Dios dirige al alma. Intentemos, pues, llegar a un mayor recogimiento interior.

     El Señor quiere que deseemos amarle. El alma que permanece en vela se da cuenta cuando cae y que, por ella sola, no puede llegar a no caer; por eso siente necesidad de la oración. La súplica está fundada sobre la certeza de que, por nosotros mismos, nada podemos hacer, pero que Dios lo puede todo. La oración es necesaria para obtener luz y fuerza.



martes 19 Octubre 2010

San Pablo de la Cruz



  San Pablo de la Cruz
Pablo Danci nació en Castellazo (Liguria), en 1694, el mismo año que Voltaire. Luego de haber ayudado a su padre en su comercio y de servir por algún tiempo en el ejército, se sintió pronto atraído por la contemplación de la Pasión de Jesús y la evangelización de los campesinos.  
Retirado en 1720 a una ermita, donde se entregó a severas mortificaciones y donde recibió gracias místicas excepcionales, prolongaba su oración por lo menos durante siete horas cada día. Por entonces concibió la regla de los «Clérigos descalzos de la Santa Cruz y de la Pasión», que proyectaba fundar.
Después de haber sido ordenado de sacerdote (1726), se consagró a la predicación a través de toda Italia en misiones al estilo de fuerte tono de la época: disciplinándose en el púlpito y doblando a muerte por las noches para incitar a todos a que se preparasen para el último trance. 
La Regla de los Pasionistas fue aprobada en 1741, a pesar de los titubeos de la autoridad ante su carácter austerísimo. Pablo Danci se convirtió, a partir de entonces, en Pablo de la Cruz. Multiplicó las fundaciones de los «Retiros», como llamaba a sus casas, añadiendo a la orden una rama femenina (1771).  
En 1765 fijó su residencia en Roma. En 1773, el papa Clemente XIV, oyendo que Pablo había tenido por compañero a un hermano de nombre Juan, muerto con fama de santidad (1765), les confió a los Pasionistas el servicio de la antigua basílica de los Santos Juan y Pablo, en el Coelius.  
Allí fue donde murió San Pablo de la Cruz el 18 de octubre de 1775.




Oremos

Señor, Dios nuestro, que la intercesión y el ejemplo de San Pablo de la Cruz, que tuvo un amor tan intenso a la cruz de Jesucristo, nos alcancen la gracia de abrazar con valor nuestra cruz de cada día. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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