EVANGELIO DEL DÍA: 2/10/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Santos Ángeles Custodios - Memoria
Libro del Exodo 23,20-23.
Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado.
Respétalo y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque no les perdonará las transgresiones, ya que mi Nombre está en él.
Si tú escuchas realmente su voz y haces todo lo que te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios.
Entonces mi ángel irá delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, los hititas, los perizitas, los cananeos, los jivitas y los jebuseos, y los exterminará.
Salmo 91(90),1-2.3-4.5-6.10-11.
Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: "Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío".
El te librará de la red del cazador y de la peste perniciosa;
te cubrirá con sus plumas, y hallarás un refugio bajo sus alas.
No temerás los terrores de la noche, ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que acecha en las tinieblas, ni la plaga que devasta a pleno sol.
No te alcanzará ningún mal, ninguna plaga se acercará a tu carpa,
porque él te encomendó a sus ángeles para que te cuiden en todos tus caminos.
Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado.
Respétalo y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque no les perdonará las transgresiones, ya que mi Nombre está en él.
Si tú escuchas realmente su voz y haces todo lo que te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios.
Entonces mi ángel irá delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, los hititas, los perizitas, los cananeos, los jivitas y los jebuseos, y los exterminará.
Salmo 91(90),1-2.3-4.5-6.10-11.
Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: "Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío".
El te librará de la red del cazador y de la peste perniciosa;
te cubrirá con sus plumas, y hallarás un refugio bajo sus alas.
No temerás los terrores de la noche, ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que acecha en las tinieblas, ni la plaga que devasta a pleno sol.
No te alcanzará ningún mal, ninguna plaga se acercará a tu carpa,
porque él te encomendó a sus ángeles para que te cuiden en todos tus caminos.
Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
Mt 18,1-5#Mt 18,10-10
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
12avo sermón sobre el salmo 90
«Te llevarán en sus palmas» (Sl 90,12)
«A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos» (Sl 90,11). ¡Cuánto respeto debe infundirte esta palabra... por la presencia de tu ángel bueno! Cuánta confianza debe inspirarte puesto que Dios se preocupa que seas custodiado. Pon particular atención a todo lo que haces puesto que los ángeles están presentes en todas tus decisiones tal como Dios se lo ha mandado. En cualquier lugar que te halles, en cualquier rincón que estés, ten siempre una gran devoción a tu buen ángel... ¿Dudarás de su presencia en todo lo que haces aunque no lo veas? ¡Cuánto respeto te infundiría si lo escucharas, si lo tocaras, si lo sintieras cerca de ti!
Sé consciente de que no es sólo la vista la que te da la certeza de la presencia de las cosas; no todo lo que es presente y corporal puede ser captado por la vista. ¡Cuánto más, entonces, los seres espirituales están lejos de ser captados por nuestros sentidos y sólo pueden ser buscados y encontrados a través de medios espirituales! Si preguntas a la fe ¿no te da la certeza que tu buen ángel está siempre presente? Sí, lo aseguro, la fe te da prueba de ello, porque según el apóstol, la fe es prueba y convicción de las realidades que no se ven (Hb 11,1). Ten por cierto que nuestros buenos ángeles están siempre contigo, no solamente con nosotros, sino para nosotros. Están cerca de nosotros para protegernos y para servirnos.
¿Cómo pagarás al Señor todo el bien que te ha hecho? (Sl 115,12). A él solo sea el honor y la gloria, puesto que es él quien ha mandado a sus ángeles que nos guarden; él es quien nos los ha dado. Todo don perfecto sólo puede venir de arriba (St 1,17).
Sé consciente de que no es sólo la vista la que te da la certeza de la presencia de las cosas; no todo lo que es presente y corporal puede ser captado por la vista. ¡Cuánto más, entonces, los seres espirituales están lejos de ser captados por nuestros sentidos y sólo pueden ser buscados y encontrados a través de medios espirituales! Si preguntas a la fe ¿no te da la certeza que tu buen ángel está siempre presente? Sí, lo aseguro, la fe te da prueba de ello, porque según el apóstol, la fe es prueba y convicción de las realidades que no se ven (Hb 11,1). Ten por cierto que nuestros buenos ángeles están siempre contigo, no solamente con nosotros, sino para nosotros. Están cerca de nosotros para protegernos y para servirnos.
¿Cómo pagarás al Señor todo el bien que te ha hecho? (Sl 115,12). A él solo sea el honor y la gloria, puesto que es él quien ha mandado a sus ángeles que nos guarden; él es quien nos los ha dado. Todo don perfecto sólo puede venir de arriba (St 1,17).
Santos Ángeles Custodios
La fiesta del 29 de septiembre nos asociaba a los ángeles en aquello que es lo fundamental de su vocación. Pero la Memoria de los Ángeles Custodios nos trae también el recuerdo de otra función de los ángeles: la de mantener cerca de los hombres una presencia fraternal.
En efecto: «Dios, en su Providencia amorosa, se ha dignado enviar para nuestra custodia a sus santos ángeles». El Antiguo Testamento evoca con frecuencia la intervención de algún ángel para guiar a los patriarcas en sus peregrinaciones o para proteger al pueblo de Dios cuando éste entra en la tierra de Canaán;
y el Salmo 90 nos hace cantar: "A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en sus caminos. Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra".
También Jesús hablaría de esa asistencia, de los ángeles. Al recordar la dignidad de los niños, declara: «Sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial». Por consiguiente, apoyándonos en sus propias palabras, le pedimos al Señor que nos veamos «Siempre defendidos por la protección de los ángeles Y gocemos eternamente de su compañía».«Dios te enviará a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos», dice el salmo 91.
Antes, a los niños, después de enseñarles a rezar a Dios y a la Virgen María, se les enseñaba a invocar todas las noches al ángel de la Guarda, hermano mayor espiritual, compañero aventajado por la visión de Dios, tutor, guía, centinela, escudo, discretísimo e invisible maestro en los peligros cotidianos, aliento, aguijón, consejo, confidencia.
Y esa figura angélica - venerada en la Iglesia por lo menos desde hace quince siglos -, acoplada a nuestra debilidad como un plus sobrenatural de sostén y ayuda, aunque hoy se quiera relegar a la nursery, junto con mitos vigorosos y consoladores de hadas y enanos buenos, sigue siendo un punto de la fe para chicos y grandes.
Delegados celestiales junto a nosotros, para creer en los custodios se necesita la fe que hace niños; nos los imaginamos etimológicamente como mensajeros de Dios, radiantes y halados, con una hermosura que no es de este mundo, incondicionales del alma, dulces e inflexibles como un amigo que nos quiere bien, soplando, como apuntadores a lo divino, las inspiraciones más altas.
«Fuerte compañía - el poeta enmendaba la jaculatoria popular - que no nos desampara ni de día ni de noche, atentos a cada segundo, porque todos son preciosos, de nuestra titubeante existencia, interviniendo en ella con misteriosos aletazos que nos desconciertan. Y sabiendo que al fin nos va a presentar ante el Señor con la serena sonrisa del trabajo bien hecho (y en silencio) para que podamos llegar de su mano a la Ciudad de la Luz.
Himno (laudes)
Cantemos hoy a los ángeles,
Custodios nuestros hermanos,
Que velan por los humanos
Y van de su bien en pos.
Ven siempre la faz del Padre,
Él los ampara benigno,
Y luchan contra el maligno
En las batallas de Dios.
¡Oh espíritus inmortales!
Tenéis por reina a María,
Sois su vital letanía,
Su enamorada legión.
Por vuestro medios nos llegan
Dones y gracias del cielo,
La fe, la luz, el consuelo,
La paz y la inspiración.
Terribles como un ejército
Bien ordenado en batalla,
Vuestra asistencia no falla
Contra la insidia infernal.
Silentes guardas y amigos,
De nuestra noche luceros,
Seréis nuestros compañeros
En la patria celestial.
La gloria a Dios que ha creado
Ejército tan prolijo:
Que adore sumiso al Hijo,
Su rey y su plenitud,
Y que al Espíritu Santo,
Terrenos y celestiales,
Le rindan universales
Tributos de gratitud. Amén
Himno (vísperas)
Ángeles de la gloria y del servicio,
Que vivís junto a la fuente de la vida,
La santidad de Dios es vuestra estancia
Y su divina faz es vuestra dicha.
Ángeles servidores de la paz
En Belén junto al Hijo de María,
Ángeles que rendís adoración
En el desierto al vencedor Mesías,
Jóvenes de celestes vestiduras
Para anunciar en Pascua la noticia,
La Iglesia reconoce vuestros pasos
Y da gracias al Padre que os envía.
Ángeles invisibles y callados,
Vuestra gracia supera fantasía;
Sois gozo de la excelsa Trinidad
Y ayuda de la Iglesia peregrina.
Honor y majestad a Jesucristo,
Cuyo rostro los ángeles ansían;
Honor y gratitud al Unigénito,
Al que nos dio su honor con su venida. Amén
Dios, Padre misericordioso, que, en tu providencia inefable, te has dignado enviar, para nuestra guarda, a tus santos ángeles, concede a quienes te suplican ser siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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