EVANGELIO DEL DÍA

domingo, 10 de octubre de 2010

«Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación»

EVANGELIO DEL DÍA: 11/10/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Lunes de la XXVIII Semana del Tiempo Ordinario


Carta de San Pablo a los Gálatas 4,22-24.26-27.31.5,1.
Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de su esclava y otro de su mujer, que era libre.
El hijo de la esclava nació según la carne; en cambio, el hijo de la mujer libre, nació en virtud de la promesa.
Hay en todo esto un simbolismo: estas dos mujeres representan las dos Alianzas. La primera Alianza, la del monte Sinaí, que engendró un pueblo para la esclavitud, está representada por Agar,
Pero hay otra Jerusalén, la celestial, que es libre, y ella es nuestra madre.
Porque dice la Escritura: ¡Alégrate, tú que eres estéril y no das a luz; prorrumpe en gritos de alegría, tú que no conoces los dolores del parto! Porque serán más numerosos los hijos de la mujer abandonada que los hijos de la que tiene marido.
Por lo tanto, hermanos, no somos hijos de una esclava, sino de la mujer libre.
Esta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud.

Salmo 113(112),1-7.
¡Aleluya! Alaben, servidores del Señor, alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, desde ahora y para siempre.
Desde la salida del sol hasta su ocaso, sea alabado el nombre del Señor.
El Señor está sobre todas las naciones, su gloria se eleva sobre el cielo.
¿Quién es como el Señor, nuestro Dios, que tiene su morada en las alturas,
y se inclina para contemplar el cielo y la tierra?
El levanta del polvo al desvalido, alza al pobre de su miseria,

Evangelio según San Lucas 11,29-32.
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.
Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás. 
 Lc 11,29-32
Leer el comentario del Evangelio por 
San Juan-María Vianney (1786-1859), presbítero, párroco de Ars
Sermón para el domingo 3º después de Pentecostés
«Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación»
     Hermanos, si recorremos las diferentes edades del mundo vemos que toda la tierra está cubierta de las misericordias del Señor, y los hombres envueltos en sus beneficios. No hermanos, no es el pecador quien vuelve a Dios para pedirle perdón, sino que es el mismo Dios que corre a buscar al pecador y le hace volver a él... Espera que los pecadores hagan penitencia y les invita a través de movimientos interiores de su gracia y por la voz de sus ministros.
    Fijaos como se comporta con Nínive, esta gran ciudad pecadora. Antes de castigar a sus habitantes, manda al profeta Jonás que vaya de su parte a anunciarles que dentro de cuarenta días les va a castigar. Jonás, en lugar de ir a Nínive, huye hacia el otro lado. Quiere atravesar el mar; pero Dios, antes de castigar a los ninivitas sin haberles advertido con anterioridad y para mantener en vida a su profeta, hace un milagro y lo guarda en el vientre de la ballena durante tres días y tres noches, la cual, al cabo de tres días lo vomita sobre la tierra. Entonces el Señor dice a Jonás: «Ves a anunciar a la gran ciudad que dentro de cuarenta días perecerá». No les pone condiciones de ninguna clase. El profeta va y anuncia a Nínive que dentro de cuarenta días perecerá.
     Ante esta noticia todos se entregan a la penitencia y al llanto, desde el campesino hasta el rey. «¿Quién sabe, les dice el rey, si el Señor todavía va a apiadarse de nosotros?». El Señor, viendo como recurren a la penitencia, parece alegrarse y poder tener el gozo de perdonarles. Jonás viendo que era llegado el tiempo del castigo, se retiró a las afueras de la ciudad y esperar allí ver como caía sobre la ciudad fuego del cielo. Viendo que no caía, exclamó: «¡Ah, Señor!, ¿es que queréis hacerme pasar por un falso profeta? Es mejor que me hagas morir. ¡Ah, sé muy bien que sois demasiado bueno, y que sólo queréis perdonar! –Y pues, Jonás, le dice el Señor, ¿es que tú querrías que hiciera morir a tantas personas que se han humillado ante mí? ¡Oh no! no, Jonás, yo no sería capaz de ello; sino todo lo contrario, les amaré y los guardaré.» 

                    


lunes 11 Octubre 2010

Padre Damián de Molokai



   

Beato Padre Damián de Molokai
(José de Veuster)


HONOLULU, lunes 5 de octubre de 2009  “Nadie ha sobrevivido a este cáncer. Esta enfermedad se la llevará”. Estas fueron las palabras del doctor Walter Chang a Audrey Toguchi en 1997. Científicamente no había nada qué hacer por ella.
Su curación fue el milagro decisivo para la canonización de padre Damian de Veuster, que tendrá lugar el  11 de octubre, en una ceremonia presidida por el Papa Benedicto XVI en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
Fue contagiado de lepra y murió en 1899. El Papa Juan Pablo II lo beatificó en 1995.
En 1996 Audrey, original de la Isla Oahu en el archipiélago de Hawaii, tenía 69 años. “No tenía ni idea que tenía cancer.” ”Mi esposo me notó un bulto después de una caída – había resbalado días atrás, mientras limpiaba el piso de su casa - El doctor de la familia dijo que se trataba de un hematoma”.
Al año siguiente, el hematoma no había desaparecido. Al contrario, había crecido. Se sometió a nuevos exámenes y le descubrieron un liposarcoma en el muslo izquierdo. Se trataba de un cáncer maligno.
“Otros oncólogos que estudiaron el caso dijeron que no había en el mundo ningún registro médico sobre una persona que hubiera sobrevivido a este tipo de enfermedad”, asegura. Los médicos le diagnosticaron tres meses de vida.
Se sentía débil. No quiso quimioterapias ni más intervenciones médicas. Acudió así a una devoción que tiene desde niña, como buena hawaiana: “Siempre he querido al Padre Damian”, dice.
“Le he rezado toda mi vida. Por eso visité Kalawao (donde se encuentra su tumba), Molokai y nuestras iglesias durante muchos años”.
En noviembre de 1998, Adruey comenzó a sentir una gran mejoría. Los exámenes médicos demostraron que el cáncer estaba disminuyendo. Seis meses más tarde, según una exploración con rayos X, había una completa regresión de la metástasis sin haber usado ninguna terapia. El cáncer desapareció en un cien por ciento.
Mientras que para los médicos no hay explicación – lo dice su mismo doctor, que no es católico - para Audrey no hay duda que fue la mano de Damian desde el cielo, intercediendo ante Dios. Fueron muchas las plegarias que durante, años tanto ella como sus familiares hicieron al beato apóstol.
“Cuando quedé completamente curada por el amor del Señor y la intercesión del padre Damián, me sentí muy honrada y agradecida”, dice esta mujer.
El 18 de octubre 2007, los Peritos Médicos de la Congregación para la Causa de los Santos examinaron los documentos clínicos. Como se procede siempre cuando se busca una canonización, creyentes y no creyentes concluyeron con certeza moral que la curación no es solo excepcional sino “extranatural”.
Después, la Comisión de Teólogos determinó que se trataba de un milagro, alcanzado por la intercesión de Damián, requisito indispensable para que reciba el título de santo.
Toguchi habla de cómo el testimonio del padre Damian todavía hace mella en su pueblo: “Abandonó Bélgica cuando era muy joven. Era el pastor de los hawaiianos de todas las religiones, porque todos somos hijos de Dios. Aprendió y respetó la cultura hawaiana. Su figura es muy venerada entre nosotros. Ahora, después de 120 años, aún es muy querido aquí”.
Audrey Toguchi tiene hoy 82 años. De cabello blanco y lentes, muestra un rostro y una voz serenas, está llena de vitalidad. Asegura que, obviamente, viajará en Roma para la ceremonia de canonización.
“Yo soy una persona muy corriente. En su compasiva misericordia Dios me sanó y el padre Damian, que mostró un gran amor a los más rechazados de la humanidad, intercedió por mí”.
El padre Damián, cuyo nombre de pila era Josef de Veuster, fue beatificado el 4 de junio de 1995 por el Papa Juan Pablo II, y 13 años más tarde, el 3 de julio de 2008, la Congregación para la Causa de los Santos anunció la aprobación, por parte de Benedicto XVI, su próxima canonización. En el consistorio del pasado 21 de febrero se fijó la fecha de la ceremonia, para el próximo 11 de octubre 2009.
Por otro lado, añadió, "el futuro santo tenía una personalidad fuera de lo común. Se hizo misionero no por elección suya, sino por sustituir a su hermano enfermo. Una vez llegado a Hawai, pidió ponerse al servicio de los leprosos de Molokai, cuyas condiciones de salud les impedían toda vida social. Eligió vivir en medio de ellos y acabó contaminándose a su vez. En aquella época, la lepra era una enfermedad mortal. Sin embargo, el padre Damián afrontó su destino con esperanza. El mismo se ofreció para que se probaran en su persona diferentes tipos de tratamientos médicos".
"Cuando me preguntan de quién podría ser patrón el padre Damián, yo contesto: de todas las personas que continúan esperando contra toda esperanza, y que perseveran cueste lo que cueste. Esto es lo que nos enseña la vida", dijo el cardenal Danneels.
También el padre Fritz Gorissen, superior de la provincia flamenca de los Sagrados Corazones de Jesús y María (PICPUS), a la que pertenecía el nuevo santo, declaró a KerkNet que esta canonización "es una confirmación de lo que el padre Damián representa, razón por la que se le ha llamado 'el belga más grande'".
"Estas palabras del padre Damián son muy significativas: Sin mi fe, me hubiera sido imposible hacer lo que hice. La fe fue fundamental para el padre Damián. Era la razón de su obra. Esto es muy importante, porque muestra que las personas son más capaces de lo que creen si tienen confianza y se saben sostenidos por la fe".
 "Nosotros hablamos de una vocación en la vocación. El padre Damián partió como misionero en lugar de su hermano enfermo, Pamfiel, por nueve años misionero en Hawaii. Su vocación particular, la 'vocación dentro de la vocación', comenzó allí, cuando partió a Molokai para cuidar a los leprosos".
La canonización se celebrará en Bruselas y en Lovaina, explicó el padre Gorissen: "Está prevista una fiesta popular y todos los obispos belgas quieren realizar una celebración nacional en los dos idiomas en Bruselas, seguramente en la basílica de Koekelberg".
Respecto a los catos previstos por la Congregación, el superior afirmó que está previsto celebrarla en Lovaina, donde se encuentra la tumba del santo. "Tenemos previsto reunir a todas las instituciones y organizaciones que llevan el nombre del padre Damián", explicó.
Por otro lado, se ha tomado la decisión de ceder a la diócesis de Honolulu (Hawaii) una reliquia de la tumba del padre Damián, un pequeño hueso del pie. La propia diócesis hawaiana lo pidió a través de la Santa Sede a los obispos belgas.
Lo han llamado "el leproso voluntario", porque con tal de poder atender a los leprosos que estaban en total abandono, aceptó volverse leproso como ellos.
Lo beatificó el Papa Juan Pablo II en el año 1994.
El Padre Damián nació el 3 de enero de 1840, en Tremeloo, Bélgica.
De pequeño en la escuela ya gozaba haciendo como obras manuales, casitas como la de los misioneros en las selvas. Tenía ese deseo interior de ir un día a lejanas tierras a misionar.
De joven fue arrollado por una carroza, y se levantó sin ninguna herida. El médico que lo revisó exclamó: "Este muchacho tiene energías para emprender trabajos muy     grandes".
Un día siendo apenas de ocho años dispuso irse con su hermanita a vivir como ermitaños en un bosque solitario, a dedicarse a la oración. El susto de la familia fue grande cuando notó su desaparición. Afortunadamente unos campesinos los encontraron por allá y los devolvieron a casa. La mamá se preguntaba: ¿qué será lo que a este niño le espera en el futuro?

De joven tuvo que trabajar muy duro en el campo para ayudar a sus padres que eran muy pobres. Esto le dio una gran fortaleza y lo hizo práctico en muchos trabajos de construcción, de albañilería y de cultivo de tierras, lo cual le iba a ser muy útil en     la isla lejana donde más tarde iba a misionar.
A los 18 años lo enviaron a Bruselas (la capital) a estudiar, pero los compañeros se le burlaban por sus modos acampesinados que tenía de hablar y de comportarse. Al principio aguantó con paciencia, pero un día, cuando las burlas llegaron a extremos, agarró por los hombros a uno de los peores burladores y con él derribó a otros cuatro. Todos rieron, pero en adelante ya le tuvieron respeto y, pronto, con su amabilidad se ganó las  simpatías de sus compañeros.
Religioso. A los 20 años escribió a sus padres pidiéndoles permiso para entrar de religioso en la comunidad de los sagrados Corazones. Su hermano Jorge se burlaba de él diciéndole que era mejor ganar dinero que dedicarse a ganar almas (el tal     hermano perdió la fe más tarde).
Una gracia pedida y  concedida. Muchas veces se arrodillaba ante la imagen del gran misionero, San Francisco Javier y le decía al santo:  "Por favor alcánzame de Dios la gracia de ser un misionero, como tú". Y sucedió que a otro religioso de la comunidad le correspondía irse a misionar a las islas Hawai, pero se enfermó, y los superiores le pidieron a Damián que se fuera él de  misionero. Eso era lo que más deseaba.
Su primera conquista. En 1863 zarpó hacia su lejana misión en el viaje se hizo sumamente amigo del capitán del barco, el cual le dijo:  "yo nunca me confieso. soy mal católico, pero le digo que con usted si me  confesaría". Damián le respondió: "Todavía no soy sacerdote pero espero un  día, cuando ya sea sacerdote, tener el gusto de absolverle todos sus pecados". Años mas tarde esto se cumplirá de manera formidable.
Empieza su  misión. Poco después de llegar a Honolulú, fue ordenado  sacerdote y enviado a una pequeña isla de Hawai. las Primeras noches las pasó debajo de una palmera, porque no tenía casa para vivir. Casi todos los habitantes de la isla eran protestantes. Con la ayuda de unos pocos campesinos católicos construyó una capilla con techo de paja; y allí empezó a celebrar y a catequizar. Luego se dedicó con tanto cariño a todas las gentes, que los protestantes se fueron pasando casi todos al catolicismo.
Fue visitando uno a uno todos los ranchos de la isla y acabando con  muchas creencias supersticiosas de esas pobres gentes y reemplazándolas por las     verdaderas creencias. Llevaba medicinas y lograba la curación de numerosos enfermos. Pero  había por allí unos que eran incurables: eran los leprosos.
Molokai, la isla  maldita. Como en las islas Hawai había  muchos leprosos, los vecinos obtuvieron del gobierno que a todo enfermo de lepra lo desterraran a la isla de Molokai. Esta isla se convirtió en un infierno de dolor sin esperanza. Los pobres enfermos, perseguidos en cacerías humanas, eran olvidados allí y dejados sin auxilios ni ayudas. Para olvidar sus penas se dedicaban los hombres al alcoholismo y los vicios y las mujeres a toda clase de supersticiones.
Enterrado vivo. Al saber estas noticias el Padre Damián le pidió al Sr. Obispo que le permitiera irse a vivir con los leprosos de Molokai. Al Monseñor le parecía casi increíble esta petición, pero le concedió el permiso, y allá se fue.
En 1873 llego a la isla de los leprosos. Antes de partir había dicho : "Sé que voy     a un perpetuo destierro, y que tarde o temprano me contagiaré de la lepra. Pero ningún     sacrificio es demasiado grande si se hace por Cristo".
Los leprosos lo recibieron con inmensa alegría. La primera noche tuvo que dormir también  debajo de una palmera, porque no había habitación preparada para él. Luego se dedicó a  visitar a los enfermos. Morían muchos y los demás se hallaban desesperados.
Trabajo y   distracción. El Padre Damián empezó a crear  fuentes de trabajo para que los leprosos estuvieran distraídos. Luego organizó una  banda de música. Fue recogiendo a los enfermos mas abandonados, y él mismo los atendía  como abnegado enfermero. Enseñaba reglas de higiene y poco a poco transformó la isla     convirtiéndola en un sitio agradable para vivir.
Pidiendo al   extranjero. Empezó a escribir al extranjero,  especialmente a Alemania, y de allá le llegaban buenos donativos. Varios barcos  desembarcaban alimentos en las costas, los cuales el misionero repartía de manera  equitativa. Y también le enviaban medicinas, y dinero para ayudar a los más pobres. Hasta los protestantes se conmovían con sus cartas y le enviaban donativos para sus leprosos.
Confesión a larga   distancia. Pero como la gente creía  que la lepra era contagiosa, el gobierno prohibió al Padre Damián salir de la isla y  tratar con los que pasaban por allí en los barcos. Y el sacerdote llevaba años sin poder  confesarse. Entonces un día, al acercarse un barco que llevaba provisiones para los  leprosos, el santo sacerdote se subió a una lancha y casi pegado al barco pidió a un  sacerdote que allí viajaba, que lo confesara. Y a grito entero hizo desde allí su única  y última confesión, y recibió la absolución de sus faltas.
Haciendo de  todo. Como esas gentes no tenían casi dedos,  ni manos, el Padre Damián les hacía él mismo el ataúd a los muertos, les cavaba la  sepultura y fabricaba luego como un buen carpintero la cruz para sus tumbas. Preparaba  sanas diversiones para alejar el aburrimiento, y cuando llegaban los huracanes y destruían los pobres ranchos, él en persona iba a ayudar a reconstruirlos.
Leproso para   siempre. El santo para no demostrar     desprecio a sus queridos leprosos, aceptaba fumar en la pipa que ellos habían usado. Los  saludaba dándoles la mano. Compartía con ellos en todas las acciones del día. Y  sucedió lo que tenía que suceder: que se contagió de la lepra. Y vino a saberlo de  manera inesperada.
La señal fatal. Un día metió el pie   en un una vasija que tenía agua sumamente caliente, y él no sintió nada. Entonces se dió cuenta de que estaba leproso. Enseguida se arrodilló ante un crucifijo y exclamó: "Señor. por amor a Ti y por la salvación de estos hijos tuyos, acepté esta terrible realidad. La enfermedad me ira carcomiendo el cuerpo, pero me alegra el pensar que cada día en que me encuentre más enfermo en la tierra, estaré más cerca de Ti para el cielo".
La enfermedad se fue extendiendo prontamente por su cuerpo. Los enfermos comentaban: "Qué elegante era el Padre Damián cuando llegó a vivir con nosotros, y que deforme lo ha puesto la enfermedad". Pero él añadía: "No importa que el cuerpo se  vaya volviendo deforme y feo, si el alma se va volviendo hermosa y agradable a Dios".
Sorpresa final. Poco antes de que el gran sacerdote  muriera, llegó a Molokai un barco. Era el del capitán que lo había traído cuando     llegó de misionero. En aquél viaje le había dicho que con el único sacerdote con el cual se confesaría sería con     él.  Y ahora, el capitán venía expresamente a confesarse con el Padre Damián. 
Desde entonces la vida de este hombre de mar cambió y mejoró notablemente. También un hombre que había  escrito calumniando al santo sacerdote llegó a pedirle perdón y se convirtió al catolicismo.
Y el 15 de abril de 1889 "el leproso voluntario", el Apóstol  de los Leprosos, voló al cielo a recibir el premio tan merecido por su admirable caridad.
En 1994 el Papa Juan Pablo II, después de haber comprobado milagros obtenidos por la  intercesión de este gran misionero, lo declaró beato, y patrono de los que trabajan  entre los enfermos de lepra.




Oremos

Dios, Padre Nuestro, Tú nos has manifestado tu amor en tu hijo Jesús que vino  para servirnos y dar su vida por nosotros. Te damos gracias por las  maravillas que realizaste en la vida del Bienaventurado Damián de Molokai Él escuchó el llamado de Jesús a seguirlo y entregó su vida por los más pobres, los leprosos, a quienes hizo recuperar su dignidad de personas humanas.Animados por su ejemplo y confiados en su intercesión, venimos a Ti con nuestros       sufrimientos, nuestras penas, y con nuestras esperanzas.



Glorioso y venerado Beato Damián: Sois modelo y patrono de los leprosos. Por vuestro  amor os entregásteis en cuerpo y alma al cuidado de los leprosos de  Molokai. Yo, impulsado por la confianza que me inspira tu valimiento  poderoso ante Dios y tu caridad hacia los más necesitados, acudo a ti. Llena mi corazón de amor hacia los más necesitados, alcánzame un gran  espíritu de fe, saber aceptar y ofrecerte todas las contrariedades de la  vida y poder gozar un día de vuestra compañía en el cielo. Por  Jesucristo, Nuestro Señor.  Amén.

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