EVANGELIO DEL DÍA: 04/06/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Viernes de la IX Semana del Tiempo Ordinario
Segunda Carta de San Pablo a Timoteo 3,10-17.
Tú, en cambio, has seguido de cerca mi enseñanza, mi modo de vida y mis proyectos, mi fe, mi paciencia, mi amor y mi constancia,
así como también, las persecuciones y sufrimientos que debí soportar en Antioquía, Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones no he tenido que padecer! Pero de todas me libró el Señor.
Por lo demás, los que quieren ser fieles a Dios en Cristo Jesús, tendrán que sufrir persecución.
Los pecadores y los impostores, en cambio, irán de mal en peor, y engañando a los demás, se engañarán a sí mismos.
Pero tú permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quiénes la has recibido.
Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús.
Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia,
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien.
Salmo 119,157.160.161.165.166.168.
Son muchos los que me persiguen y me oprimen, pero yo no me desvié de tus prescripciones.
Lo primordial de tu palabra es la verdad, y tus justos juicios permanecen para siempre.
Los poderosos me persiguen sin motivo, pero yo temo únicamente tu palabra.
Los que aman tu ley gozan de una gran paz, nada los hace tropezar.
Yo espero tu salvación, Señor, y cumplo tus mandamientos.
Yo observo tus mandamientos y tus prescripciones, porque tú conoces todos mis caminos.
Evangelio según San Marcos 12,35-37.
Jesús se puso a enseñar en el Templo y preguntaba: "¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David?
El mismo David ha dicho, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies.
Si el mismo David lo llama 'Señor', ¿Cómo puede ser hijo suyo?". La multitud escuchaba a Jesús con agrado.
Tú, en cambio, has seguido de cerca mi enseñanza, mi modo de vida y mis proyectos, mi fe, mi paciencia, mi amor y mi constancia,
así como también, las persecuciones y sufrimientos que debí soportar en Antioquía, Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones no he tenido que padecer! Pero de todas me libró el Señor.
Por lo demás, los que quieren ser fieles a Dios en Cristo Jesús, tendrán que sufrir persecución.
Los pecadores y los impostores, en cambio, irán de mal en peor, y engañando a los demás, se engañarán a sí mismos.
Pero tú permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quiénes la has recibido.
Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús.
Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia,
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien.
Salmo 119,157.160.161.165.166.168.
Son muchos los que me persiguen y me oprimen, pero yo no me desvié de tus prescripciones.
Lo primordial de tu palabra es la verdad, y tus justos juicios permanecen para siempre.
Los poderosos me persiguen sin motivo, pero yo temo únicamente tu palabra.
Los que aman tu ley gozan de una gran paz, nada los hace tropezar.
Yo espero tu salvación, Señor, y cumplo tus mandamientos.
Yo observo tus mandamientos y tus prescripciones, porque tú conoces todos mis caminos.
Evangelio según San Marcos 12,35-37.
Jesús se puso a enseñar en el Templo y preguntaba: "¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David?
El mismo David ha dicho, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies.
Si el mismo David lo llama 'Señor', ¿Cómo puede ser hijo suyo?". La multitud escuchaba a Jesús con agrado.
Mc 12,35-37
San Cirilo de Jerusalén (313-350), obispo de Jerusalén y doctor de la Iglesia
Catequesis bautismal 10, 2-5; PG 33, 662s
«Su nombre es Rey de reyes y Señor de los señores» (Ap 19,16)
Si alguno quiere honrar a Dios que se postre ante su Hijo. Sin esto, el Padre no acepta ninguna adoración. Desde lo alto del cielo el Padre ha hecho oír estas palabras: «Este es mi Hijo muy amado, en el que tengo mis complacencias» (Mt 3,17). El Padre se ha complacido en el Hijo... que es llamado «Señor» (Lc 2,11), no abusivamente como los señores humanos, sino porque el señorío le pertenece naturalmente desde toda la eternidad...
Continuando siendo siempre él mismo, y conservando verdaderamente la gloria inmutable de la filiación, se adapta, sin embargo, a nuestras debilidades, como un habilidoso médico y un amo compasivo. Y lo ha hecho cuando realmente era Señor; cuando su poder no se debía a un anticipo, sino que la gloria del señorío le era debida siempre por naturaleza; cuando no era un señor a nuestra manera, sino que era Señor con toda verdad, ejerciendo el señorío, con el beneplácito de su Padre, sobre sus propias criaturas. Nosotros, en efecto, tenemos dominio sobre hombres que son nuestros iguales en dignidad y en sufrimiento, a menudo sobre personas de edad más avanzada. En nuestro Señor Jesucristo, al contrario, el señorío no es de esta clase: es ante todo Creador, luego Señor. Lo ha creado todo según la voluntad del Padre, y ejerce el señorío sobre lo que solamente por él existe.
Continuando siendo siempre él mismo, y conservando verdaderamente la gloria inmutable de la filiación, se adapta, sin embargo, a nuestras debilidades, como un habilidoso médico y un amo compasivo. Y lo ha hecho cuando realmente era Señor; cuando su poder no se debía a un anticipo, sino que la gloria del señorío le era debida siempre por naturaleza; cuando no era un señor a nuestra manera, sino que era Señor con toda verdad, ejerciendo el señorío, con el beneplácito de su Padre, sobre sus propias criaturas. Nosotros, en efecto, tenemos dominio sobre hombres que son nuestros iguales en dignidad y en sufrimiento, a menudo sobre personas de edad más avanzada. En nuestro Señor Jesucristo, al contrario, el señorío no es de esta clase: es ante todo Creador, luego Señor. Lo ha creado todo según la voluntad del Padre, y ejerce el señorío sobre lo que solamente por él existe.
Corazón de Jesús
El Corazón de Jesús y los primeros viernes
5-) La Gran Promesa se entiende en el contexto del culto al Sagrado Corazón de Jesús. La Gran Promesa se debe considerar como una cosa aislada, sin ninguna relación y conexión con el culto al Corazón del Redentor, sino más bien como una expresión de este culto que en definitiva es «la profesión práctica más completa de la religión cristiana « (Encíclica del Pío XII, n 69).
Se debe tener por lo tanto la confianza de que aquellos que han cumplido con rectitud las circunstancias para las comuniones de los primeros viernes, recibirán del omnipotente amor y misericordia infinita de Jesús las gracias necesarias para que puedan vivir la auténtica vida cristiana como la quiere el genuino culto al Sagrado Corazón de Jesús; o de todos modos que se cumpla en ellos el plan de salvación establecido por Dios hasta no poner obstáculos al último y grandioso gesto de la misericordia de su Corazón cual es el don de la perseverancia final.
Nótese que la práctica de los primeros viernes, precisamente porque deben ser hechos en el contexto del culto al Corazón de Jesús, llevará a lo que es esencial en el Culto al Corazón de Jesús: la consagración y la reparación. (Encíclica de Pío XII n. 75). Con la consagración queremos dar a nosotros mismos y todas nuestras cosas al Señor reconociendo de esta manera que todo lo hemos recibido de Él y que a su servicio deben ser encaminadas. Con la reparación y expiación de los pecados propios y ajenos nos ayudamos mutuamente en el camino que conduce al Padre Celestial y participamos también en la expiación de Cristo.
Así en la Liturgia del Corazón de Jesús se pide que nuestra ofrenda resulte agradable para la reparación de los pecados.
Oración que puede decirse después de cada una de las comuniones de los nueve primeros viernes
Jesús mío dulcísimo, que en vuestra infinita y dulcísima misericordia prometiste la gracia de la perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos: acordaos de esta promesa, y a mí, indigno siervo vuestro, que acabo de recibiros sacramentado con este fin e intención, concededme que muera detestando todos mis pecados, creyendo en vos con fe viva, esperando en vuestra inefable misericordia y amando la bondad de vuestro amantísimo Corazón. Amén
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo: tened piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rico con todos los que os invocan: tened piedad de nosotros .
Corazón de Jesús, esperanza de los que mueren en Vos: tened piedad de nosotros
Alma de Cristo
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.
¡Oh! Mi amado y buen Jesús, postrado en vuestra santísima presencia; os ruego con el mayor fervor imprimáis en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero dolor de mis pecados y propósito firmísimo de enmendarme; mientras que yo, con todo el amor y con toda la compasión de mi alma, voy considerando vuestras cinco llagas, teniendo presente aquello que dijo de Vos, Oh buen Jesús, el Santo Profeta David: Han taladrado mis manos y mis pies, y se pueden contar todos mis huesos.
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