EVANGELIO DEL DÍA

miércoles, 21 de abril de 2010

«Yo soy el pan de vida»

EVANGELIO DEL DÍA: 21/04/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Miércoles de la III Semana de Pascua

Libro de los Hechos de los Apóstoles 8,1-8.
Saulo aprobó la muerte de Esteban. Ese mismo día, se desencadenó una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, excepto los Apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría.
Unos hombres piadosos enterraron a Esteban y lo lloraron con gran pesar.
Saulo, por su parte, perseguía a la Iglesia; iba de casa en casa y arrastraba a hombres y mujeres, llevándolos a la cárcel.
Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Palabra.
Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a Cristo.
Al oírlo y al ver los milagros que hacía, todos recibían unánimemente las palabras de Felipe.
Porque los espíritus impuros, dando grandes gritos, salían de muchos que estaban poseídos, y buen número de paralíticos y lisiados quedaron curados.
Y fue grande la alegría de aquella ciudad.

Salmo 66(65),1-3.4-5.6-7.
Del maestro de coro. Canto. Salmo. ¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Canten la gloria de su Nombre! Tribútenle una alabanza gloriosa,
digan al Señor: "¡Qué admirables son tus obras!". Por la inmensidad de tu poder, tus enemigos te rinden pleitesía;
toda la tierra se postra ante ti, y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.
Vengan a ver las obras del Señor, las cosas admirables que hizo por los hombres:
él convirtió el Mar en tierra firme, a pie atravesaron el Río. Por eso, alegrémonos en él,
que gobierna eternamente con su fuerza; sus ojos vigilan a las naciones, y los rebeldes no pueden sublevarse.

Evangelio según San Juan 6,35-40.
Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.
Pero ya les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen.
Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré,
porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.
La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día". 
Jn 6,35-40
Leer el comentario del Evangelio por 
Balduino de Ford (?- hacia 1190), abad cisterciense
El sacramento del altar II, 3
«Yo soy el pan de vida»
     Cristo dijo: «El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed»... Y el salmista dice: «El pan que da fuerza al hombre» y «el vino que le alegra el corazón» (103,15). Para los que creen en él, Cristo es alimento y bebida, pan y vino. Pan que fortalece y refuerza..., bebida y vino que alegra... Todo lo que en nosotros es fuerte y sólido, gozoso y alegre, que nos ayuda a cumplir los mandamientos de Dios, a soportar el sufrimiento, a cumplir con la obediencia y defender la justicia, todo esto lo podemos realizar gracias a este pan que es fuerza y a ese vino que es gozo. ¡Dichosos los que obran con fuerza y alegría! Y puesto que nadie lo puede lograr por sí mismo, dichosos los que desean ardientemente llevar a la práctica lo que es justo y honesto, y en todas las cosas se ven fortalecidos y alegrados por aquel que ha dicho: «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia» (Mt 5,6). Si Cristo es el pan y la bebida que ahora aseguran la fuerza y el gozo de los justos ¿cuánto más lo será en el cielo cuando él se dará a los justos sin medida?

     Fijémonos en que, en las palabras de Cristo..., a este alimento que permanece para la vida eterna se le llama pan del cielo, verdadero pan, pan de Dios, pan de vida... Pan de Dios para distinguirlo del que prepara y hace el panadero...; pan de vida, para distinguirlo de este pan que se corrompe, que ni es la vida ni la da, sino que con trabajo la conserva y sólo por un tiempo. Aquél, por el contrario, es vida, da vida, conserva una vida que nada debe a la muerte.


miércoles 21 Abril 2010

Beato Bartolomé de Ceveri

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En Cervere, cerca de Fossano, en el Piamonte, beato Bartolomé Cerveri,  presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que luchó por defender  la fe católica y la confirmó al morir atravesado por lanzas de herejes. Nacido en Savigliano  (Turín) alrededor de 1420.

Sacerdote de la Orden de Predicadores  (Dominicos),  fue profesor de teología en Turín (1452) y varias veces  prior de Savigliano. Insigne por su magisterio y por su  ministerio apostólico fue encargado del oficio de inquisidor general  (1459).

Luchó  eficazmente por la defensa de la fe y selló su  enseñanza con el martirio cuando fue asesinado por los herejes  cerca de Cerveri el 21 de abril de 1466.

Bartolomé supo  de antemano que iba a morir, por lo que antes  de viajar a Cerveri se confesó y luego le comentó  a su confesor "Me llamarán Bartolomé de Cerveri, aunque nunca  he puesto un piea allí.  Hoy voy como inquisidor,  y allí he de morir".

Su cuerpo fue trasladado a la  iglesia parroquial de Cerveri.

Pío IX confirmó su culto el 22  de septiembre de 1853.





Oremos

En esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe; porque, ¿quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? 1 Jn 5, 3-5

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