EVANGELIO DEL DÍA
sábado, 13 de marzo de 2010
EVANGELIO DEL DÍA: 14/03/2010 "ME PONDRÉ EN CAMINO A DONDE ESTÁ MI PADRE"
«I shall get up and go to my father»
DAILY GOSPEL:
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Para: ««Me pondré en camino adonde está mi padre»»
EVANGELIO DEL DÍA:
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El padre misericordioso
11 Jesús dijo también: «Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió sus bienes. 13 Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. 14 Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. 15 Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. 16 Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. 17 Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! 18 Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; 19 ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”. 20 Entonces partió y volvió a la casa de su padre.
Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21 El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo”. 22 Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, 24 porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado”. Y comenzó la fiesta.
25 El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. 26 Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. 27 Él le respondió: “Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”. 28 Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, 29 pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. 30 ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”. 31 Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32 Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”».
San Cirilo.Otros dicen que el hijo mayor figura al pueblo de Israel según la carne y que el otro, que se separó de su padre, es el pueblo de los gentiles1.
Teofilacto. La hacienda del hombre es la razón, a la que acompaña el libre albedrío. Del mismo modo podemos creer que todas las cosas que el Señor nos ha dado nos pertenecen, como son el cielo, la tierra, todas las criaturas, la ley y los profetas.
Crisóstomo. El hijo menor se marchó a un país lejano. Se separó de Dios, no por el lugar, pues Dios está en todas partes, sino por el afecto; así huye el pecador de Dios y se pone lejos de El.
San Ambrosio. Con razón empezó a tener hambre el que se había alejado de los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios y de la abundancia de las riquezas celestiales. Prosigue: "Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra".
San Agustín. Este ciudadano de aquella región es algún príncipe del aire, perteneciente a la milicia del diablo, cuyo cortijo se somete a su poder. Acerca de esto sigue: "El cual lo envió a su cortijo a guardar puercos". Los puercos son los espíritus inmundos que estaban bajo su poder.
San Agustín, ut sup. Las algarrobas con que apacentaba los puercos eran las doctrinas mundanas que enseña la vanidad, en las que rebosan las alabanzas de los ídolos y de las fábulas con que honraban a sus dioses los gentiles en sus cantos y sus discursos; con ellos complacen a los demonios. Y como el hijo pródigo deseaba saciarse, buscaba algo sólido y recto que se refiriese a la felicidad y no podía encontrarlos en estas cosas. Y prosigue: "Y ninguno se lo daba".
Crisóstomo, ut sup. Dice, pues, la Escritura que el padre dividió igualmente entre sus dos hijos su fortuna, es decir la ciencia del bien y del mal, que son las verdaderas y perpetuas riquezas del alma cuando usa bien de ellas. En efecto, todos los hombres al nacer reciben de Dios la sustancia racional del mismo modo, pero después en el transcurso de la vida, se ve que cada uno tiene mayor o menor cantidad de esta sustancia. Porque unos, creyendo que lo que han recibido es de su padre, lo guardan como propiedad paterna, mientras que otros, creyendo que lo que reciben es suyo propio, lo disipan licenciosamente. Se da, pues, a conocer aquí el libre albedrío, porque el padre no retiene al que quiere marcharse, ni le quita su libertad. Y no obliga a que se marche al que quiere quedarse para no aparecer él mismo como autor de los males que puedan sobrevenirle. Se marchó lejos, no por la distancia de los lugares, sino por el extravío de su mente. Prosigue: "Y se fue a un país muy distante".
San Ambrosio. Sobrevino allí, pues, el hambre, no de los alimentos, sino de las virtudes y de las buenas obras, que es la más miserable, porque el que se separa de la palabra de Dios, tiene hambre, supuesto que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra de Dios (Mt 4,44) y el que se separa de este tesoro queda en la indigencia. Empezó, pues, a estar en la indigencia y a padecer hambre, porque nada basta a una voluntad pródiga. Y se marchó y entró a servir a un habitante del país; pero el que sirve es esclavo y el habitante del país parece ser el príncipe de este mundo. Finalmente, el ser enviado a la finca (del habitante del país) es lo que compra el que se excusa de asistir al festín del reino (Lc 14)
San Ambrosio. Apacienta a aquellos puercos en los que pidió entrar el diablo siendo animales, porque viven en las inmundicias y en la corrupción (Mt 8 Mc 2 Lc 8)
El proceso de la conversión y de la penitencia fue descrito maravillosamente por Jesús en la parábola llamada "del hijo pródigo", cuyo centro es "el padre misericordioso" (Lc 15,11-24): la fascinación de una libertad ilusoria, el abandono de la casa paterna; la miseria extrema en que el hijo se encuentra tras haber dilapidado su fortuna; la humillación profunda de verse obligado a apacentar cerdos, y peor aún, la de desear alimentarse de las algarrobas que comían los cerdos; la reflexión sobre los bienes perdidos; el arrepentimiento y la decisión de declararse culpable ante su padre, el camino del retorno; la acogida generosa del padre; la alegría del padre: todos éstos son rasgos propios del proceso de conversión. El mejor vestido, el anillo y el banquete de fiesta son símbolos de esta vida nueva, pura, digna, llena de alegría que es la vida del hombre que vuelve a Dios y al seno de su familia, que es la Iglesia. Sólo el corazón de Cristo, que conoce las profundidades del amor de su Padre, pudo revelarnos el abismo de su misericordia de una manera tan llena de simplicidad y de belleza.
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